Especulaciones con base científica sobre el estado del cosmos en el futuro distante y la posibilidad de una vida sin fin, fueron tratadas por primera vez a fines del siglo XIX en torno a la controversia sobre la muerte térmica predicha por la segunda ley de la termodinámica. Algunos de los científicos alemanes involucrados en esta controversia argumentaron que la vida podría persistir incluso en el ambiente altamente entrópico del futuro lejano, e hicieron una alusión explícita a los aspectos escatológicos de la cosmología. Como es habitual, mientras que el escenario de la muerte por calor fue bien recibida por los autores cristianos, encontró una oposición vehemente de los materialistas y ateos que abogaban por un universo eterno con vida eterna. Como Eddington, un cuáquero defensor de la inevitable muerte térmica, tiempo después preguntara: “¿Desde cuándo la enseñanza de que ‘el cielo y la tierra pasarán’ se volvió eclesiásticamente no-ortodoxa?” (Eddington 1935, 59).
A partir de la década de 1970 "la escatología física" ha emergido como un nuevo subcampo de la astrofísica y la cosmología, con pioneros como Freeman Dyson, Jamal Islam y otros (véase el recuento de Kragh 2011, 325-353). Este campo trata principalmente el estado del universo en un futuro remoto como una extrapolación de los modelos cosmológicos y la suposición de que las leyes de la física actualmente conocidas se mantendrán válidas indefinidamente. El escenario favorito es el del universo abierto en perpetua expansión, donde las extrapolaciones suelen dar lugar a un futuro final (¡alrededor de 10100 10<sup>100</sup> años a partir de ahora!) en el cual el universo consistirá en sólo un plasma extremadamente fino de electrones-positrones inmerso en una radiación fría de neutrinos y fotones. Otros estudios presuponen un universo cerrado que colapsa en un big crunch, mientras que otros investigan el futuro más cercano de la humanidad, digamos a pocos millones años a partir de ahora. Si bien muchos de estos estudios no refieren al estado final de la vida, algunos sí lo hacen, constituyendo este último grupo propiamente la escatología física. De acuerdo con John Barrow y Frank Tipler, el campo de investigación es "el estudio de la supervivencia y el comportamiento de la vida en el futuro lejano " (Barrow y Tipler 1986, 658).
Los escatologistas físicos suelen ignorar las implicaciones religiosas de sus estudios o niegan su existencia. Sin embargo, Tipler es una controversial excepción. No sólo sostiene que algún tipo de vida pueda continuar siempre en un universo cerrado, sino que también afirma que lo que permite una vida eterna es justamente el colapso del universo. Cuando la eternidad final ha sido alcanzada, en lo que él llama el "punto omega", la vida se vuelve omnisciente y lo temporal deviene atemporal. Para Tipler, la singularidad final es Dios y "la teología no es más que la cosmología física basada en el supuesto de que la vida es en su totalidad inmortal" (Tipler 1995, 17). En su libro ''The Physics of Christianity'' (Tipler 2007), continúa su exploración idiosincrática de la cosmoteología moderna, según la cual la teología es simplemente una rama de la física. La visión de Tipler es, sin duda, extrema pero (y tal vez por esta razón) ha provocado una gran discusión entre los teólogos.