El campo académico ‘ciencia y religión’ comenzó a existir en la década de 1960 cuando Ian Barbour y Thomas Torrance publicaron sus primeras obras acerca del tema: ''Issues on Science and Religión ''(Barbour 1966) y ''Theological Science ''(Torrance 1969).
La revista académica ''[http://www.zygonjournal.org/ Zygon: Journal of Religion and Science'']'' ''se creó en el mismo año en el que Barbour publicó su primer volumen, y fue la primera publicación académica periódica dedicada exclusivamente a esta temática. Desde entonces, han aparecido numerosas revistas, especialmente en la última década, en Estados Unidos, el Reino Unido, Europa continental y América Latina. Ejemplos de estas incluyen en Estados Unidos ''[https://www.tandfonline.com/toc/rtas20/current Theology and Science'']'' ''(creada en 2003, y continuadora del ''CTNS Bulletin'', 1981-2002) y ''[https://researcherslinks.com/journal-details/Science-Religion-and-Culture/9/aims-and-scope Science, Religion and Culture''] (2014); en el Reino Unido ''[https://www.scienceandchristianbelief.org/ Science and Christian Belief''] (1989) y ''[https://www.srforum.org/reviews-in-science-and-religion Reviews in Science and Religion''] (1976); en Europa continental ''[http://www.ejst.tuiasi.ro/ European Journal of Science and Theology''] (2005), ''[http://apcz.umk.pl/czasopisma/index.php/SetF/index Scientia et Fides''] (2013) y ''[https://www.mohrsiebeck.com/en/journal/philosophy-theology-and-the-sciences-ptsc Philosophy, Theology and the Sciences''] (2014); y en América Latina ''[http://quaerentibus.org/index.html Quaerentibus''] (2013).''
También se han abierto diversas cátedras sobre ciencia y religión alrededor del mundo. Ejemplos notables son la Andreas Idreos Chair in Science and Religion de la Universidad de Oxford (hoy en manos de Alister McGrath), la Ian G. Barbour Chair of Theology and Science de la Graduate Theological Union de Berkeley en California (Robert J. Russell) y la Cátedra Francisco José Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión en la Pontificia Universidad de Comillas (José Manuel Caamaño López).
A estas cátedras se suman los muchos centros de investigación, entre los que se encuentran: en Estados Unidos, el [http://zygoncenter.org/ Zygon Center for Religion and Science] (en Chicago) y el [http://www.ctns.org/ Center for Theology and the Natural Sciences] (en Berkeley); en Europa, el [https://www.ianramseycentre.info/ Ian Ramsey Centre for Science and Religion] (en Oxford, Reino Unido), el [https://faraday-institute.org/index.php Faraday Institute for Science and Religion] (en Cambridge, Reino Unido), el [http://es.pusc.it/centri/disf Centro di Documentazione Interdisciplinare di Scienza e Fede] (en Roma, Italia), y el [https://www.unav.edu/web/ciencia-razon-y-fe Grupo Ciencia, Razón y Fe] (en Pamplona, España) y el [https://www.cienciayfe.es/es/inicio Centro de Ciencia & Fe] (en Madrid, España); en América Latina, la [http://www.fundaciondecyr.org/ Fundación Diálogo entre Ciencia y Religión] y el [https://www.austral.edu.ar/filosofia/ Instituto de Filosofía] de la Universidad Austral (en Buenos Aires, Argentina), el [https://www.urosario.edu.co/Escuela-de-Ciencias-Humanas/CETRE/Quienes-Somos/ Centro de Estudios Teológicos y de las Religiones] (en Bogotá, Colombia) y el Centro de Estudios en Ciencia y Religión (en Puebla, México).
También se deben contar las diversas asociaciones académicas internacionales para el estudio de las relaciones entre ciencia y religión, como la [https://www.issr.org.uk/ International Society for Science and Religion], la [http://www.esssat.eu/ European Society for the Study of Science and Theology] y la recientemente creada [https://www.catholicscientists.org/ Society of Catholic Scientists].
Aunque el problema del hombre no se puede responder con plenitud desde una perspectiva científica, las ciencias contemporáneas, y en particular las cognitivas, ofrecen novedosas preguntas para ahondar en la reflexión sobre la naturaleza humana (Arana Cañedo-Argüelles 2015, Franck 2018). Por una parte, las ciencias cognitivas se dedican al estudio interdisciplinar de la mente y la inteligencia en todas sus formas (humana, animal y artificial). Como tal, se nutren de la filosofía de la mente, de diversas ciencias como la psicología, la neurociencia, la lingüística, la antropología, y también de estudios sobre inteligencia artificial y robótica (Thagard 2015). Por otra parte, el desarrollo de la neurociencia en particular propició que el tradicional problema alma-cuerpo se empiece a conceptualizar en términos de ''mente-cerebro'' (Sanguineti 2014, Murillo 2017) .
El problema mente-cerebro asume formas diversas en la actualidad (Sanguineti y Villar 2016). Por un lado, los ''monismos neurologistas'', posiciones estrictamente materialistas, consideran al yo y a los actos intelectuales y volitivos únicamente como fenómenos cerebrales complejos (Churchland 2002). Los ''cognitivistas computacionales'', por su parte, adoptan la metáfora computacional para hablar de la mente explicando las capacidades cognitivas en términos de manipulación de representaciones, de acuerdo con el esquema ''input''-procesamiento-''output''; mientras que los ''funcionalistas'' describen la mente como la organización funcional del cerebro (Putnam 1991). El ''emergentismo'', en cambio, propone que la estructuración de los niveles inferiores de la realidad física conduce a la emergencia de niveles cualitativamente más altos, distintos de los inferiores, de manera que la vida racional humana emerge desde la vida animal (Searle 1992). Una posición que busca conciliar el materialismo con la irreductibilidad de lo mental se encuentra en el ''fisicalismo no reductivo'', que afirma la existencia de la conciencia, la subjetividad y la mente aunque evita hablar de alma o de espíritu para no caer en un dualismo (Murphy 2013). Las ''posturas ''dualistas'', en cambio, sostienen la existencia de una dimensión de la persona radicalmente distinta de la dimensión corporal (Swinburne 2009).''
La fenomenología aborda el problema mente-cerebro por caminos diversos a la tradición analítica. La aproximación entre fenomenología y ciencias cognitivas ha dado lugar a la ''propuesta enactivista'', que ofrece un marco naturalista pero no reduccionista para el estudio de la mente. Para el enactivismo se debe considerar a la mente en el contexto del ser vivo en que acontece, sin quedar así confinada al cerebro (Di Paolo 2016). Trabajos realizados desde una perspectiva fenomenológica han destacado también que ‘persona’ es una noción convergente para la neurociencia, la filosofía y la religión (Franck 2014).