Virtudes intelectuales

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== '''1. Introducción''' ==
La palabra ''virtud'' suele indicar una cualidad por la que una persona es excelente en determinadas tareas o en su modo de ser, como cuando decimos que alguien es generoso, justo, amable, ordenado. En su significado corriente, se sobreentiende que la virtud es adquirida gracias a un empeño personal y que por tanto es meritoria. El ''talento'', en cambio, es una cualidad que permite hacer bien ciertas cosas (talento musical, talento para los negocios) de la que goza una persona de modo natural, sin un especial mérito de su parte, aunque sí es meritorio saber hacer un buen uso de los talentos personales.
En la filosofía contemporánea los planteamientos gnoseológicos (conocimiento de la verdad, justificación de nuestras creencias) no tenían que ver con el tema de las virtudes intelectuales. Sin embargo, la corriente filosófica llamada “epistemología de la virtud” (EV) dio un vuelco a esta situación, porque comenzó a ver en las virtudes intelectuales una condición y una garantía de que el sujeto pueda llegar efectivamente a los bienes epistémicos, principalmente la verdad. De ahí que el tema haya recobrado actualidad, planteándose en el plano epistemológico y no sólo ético y educativo.
== '''2. Las virtudes intelectuales en el pensamiento clásico''' ==
Entendemos aquí por pensamiento clásico el conjunto de ideas sobre las virtudes intelectuales que pueden encontrarse en los filósofos antiguos (Sócrates, Platón, Aristóteles, etc.) y en los autores cristianos (San Agustín, Santo Tomás y otros). Esta temática se inscribe dentro del tratamiento general de la virtud como perfeccionamiento de las pasiones (afectividad) y potencias del alma (inteligencia, voluntad), más allá de su simple dotación psicológica, en tanto que permite la buena realización de actos humanos (actos intelectuales, decisiones, conducta cívica, etc.) (Parry y Thorsrud 2021). La plataforma sobre la que la teoría de la virtud se asienta es una visión antropológica en la que se destacan, por un lado, la razón humana y sus operaciones, y por otro lado los apetitos (inclinaciones) y los sentimientos o emociones (llamados normalmente pasiones por los antiguos).
El modo de entender el papel de las virtudes, su variedad, su modalidad, sus relaciones recíprocas, su vínculo con la felicidad, varía en las distintas escuelas filosóficas antiguas (platonismo, aristotelismo, estoicismo, epicureísmo, autores cristianos o islámicos influidos por la filosofía greco-latina). Dentro de esa variedad, destaca la distinción aristotélica de virtudes morales (éticas) e intelectuales (dianoéticas). Pero aunque las virtudes se orientan a la realización de actos (el justo realiza actos de justicia, el fuerte es eficaz en el combate, etc.), los antiguos las ven ante todo como un incremento de los rasgos o carácter de la persona (llamada con frecuencia “agente” por los clásicos), es decir, lo que interesa es que las virtudes perfeccionan intrínsecamente a la persona, es más, se conciben teleológicamente como el perfeccionamiento al que está llamado el ser humano si quiere tener una vida digna, buena, feliz, cumplida, en todo o al menos en algunas de sus tareas o funciones.
=== ''2. 1. Aristóteles'' ===
El gran sistematizador de la teoría clásica de las virtudes es Aristóteles (Aristóteles 2010a, ''Ética a Nicómaco'', en adelante EN; Gómez Robledo 1957; Garcés Giraldo y Giraldo-Zuluaga 2014). Siendo las virtudes perfecciones adquiridas de las potencias humanas, resultan naturales y tienen que ver con la vida buena, por lo que son placenteras y así contribuyen a una vida feliz, aunque su adquisición sea costosa. Encontrar gusto en los vicios es, por el contrario, degradante y antinatural (EN, I, 1099 a 10-20). Un signo de que se tiene una virtud precisamente es que resulta gozoso actuar según ella, porque todo lo que es conforme a la vida buena (noble, racional) es intrínsecamente agradable (EN, II, 1104 b 1-15). Se ve así la relación intrínseca entre las virtudes y la parte afectiva de las personas.
El Estagirita señaló también que las virtudes morales consisten en un “medio” entre dos extremos viciosos, uno por exceso y otro por defecto (EN, II, 1107 a 1-25), un medio preciso que es determinado por la prudencia cuando se trata de adecuarlo a las circunstancias concretas (modos, tiempos, lugares). En las virtudes intelectuales aristotélicas parece difícil hablar de un medio en este sentido, salvo que nos refiramos a su uso prudencial. La teoría del término medio sirve para conceptualizar a ciertos vicios en cuanto opuestos a las virtudes.
=== ''2. 2. Tomás de Aquino'' ===
Tomás de Aquino adopta plenamente la teoría aristotélica de las virtudes morales e intelectuales (Martí Andrés 2010 y 2012; Schell 2018), le da una mayor sistematicidad y la extiende al plano teológico (virtudes teologales, dones del Espíritu Santo). Las virtudes son hábitos que robustecen a las potencias humanas en orden a una realización eficaz de sus actos propios (Tomás de Aquino 1998, ''Summa theologiae'', en adelante ST, I-II, qq. 49-68; Tomás de Aquino 1965, ''De Virtutibus in commune'').
En la humildad se ve más claramente el influjo de la afectividad sobre el conocimiento, porque el excesivo apego a uno mismo distorsiona el conocimiento propio y, por comparación, el de los demás (sus méritos, su valía). La humildad conlleva el conocimiento sincero de los propios defectos y límites, el reconocimiento alegre de los méritos ajenos, así como de los dones recibidos de los demás, sin atribuírselos a uno mismo. La humildad en lo que tiene de intelectual lleva a una complacencia en el conocimiento de la verdad recibida de Dios y de los demás (''cognitio veritatis'' ''affectiva'': ST, II-II, q. 162, a. 3, ad 1).
== '''3. La epistemología de la virtud (EV)''' ==
Al principio de esta voz señalamos que la temática clásica de las virtudes no tuvo un desarrollo importante en la filosofía moderna. Sin embargo, los debates en torno a la justificación del conocimiento aducido como verdadero, en el ámbito anglosajón, tomaron un giro inesperado cuando problemas cruciales de la filosofía del conocimiento, llamada ''epistemología'' en la literatura filosófica anglosajona (Steup y Neta 2020), se intentaron resolver con el recurso a las virtudes intelectuales. Nació así la llamada ''epistemología de la virtud'' (Battaly 2019a; Turri, Alfano y Greco 2021; Baehr 2022a), de modo semejante a como tiempo atrás había surgido la ''ética de la virtud'' (Hursthouse y Pettigrove 2022).
=== ''3. 1. Confiabilismo del proceso'' ===
Los debates epistemológicos aludidos giraron en un primer momento en torno a dos posiciones contrapuestas sobre la justificación de las aserciones (o también creencias) tomadas como verdaderas. El ''fundacionalismo'' (Poston 2023) sostiene que la justificación dependería del nexo lógico de esas creencias respecto de ciertos conocimientos básicos asumidos como primitivos, normalmente como evidentes (a veces el fundacionalismo fue llamado evidencialismo), sean principios racionales, como los primeros principios de Aristóteles, o conocimientos empíricos. El ''coherentismo'' (Murphy 2023), en cambio, estima que un conjunto coherente de conocimientos, en el que todo cuadra, goza de credibilidad. A estas posiciones se fueron añadiendo otras. Omitimos los matices entre las posturas, obviamente complejas, ya que no entran en el objetivo de esta voz.
El confiabilismo, al reconocer que los procedimientos para llegar a la verdad no son absolutos, de alguna manera supera el problema, aunque no todos los autores están de acuerdo en que lo consiga. Existe, además, una dosis de contextualidad en el planteo de estos problemas, ya que la confiabilidad y el grado de rigor con que pueden exigirse requisitos para conocer la verdad, de donde resultan dudas críticas razonables o no, puede depender de contextos (Sanguineti 2019; Rysiew 2021). Si sabemos, por ejemplo, que están circulando billetes falsos, extremaremos el rigor para revisar la autenticidad de los billetes que nos entreguen. El escepticismo duro resulta más bien de la posición cartesiana que, al admitir la posibilidad de ser siempre engañados (por ejemplo, porque lo que vemos ahora podría ser un sueño o una alucinación: el famoso “demonio” cartesiano), hace imposible conocer la verdad con certeza y, según una acepción rígida del conocimiento, implicaría que nunca conocemos nada.
=== ''3. 2. Confiabilismo de la virtud'' ===
El paso hacia la EV fue dado al principio por Ernest Sosa, quien propuso la postura que más tarde sería llamada ''confiabilismo de la virtud'', contrapuesta al confiabilismo del que hablamos arriba, que entonces pasaría a llamarse “del proceso” (''process'' ''reliabilism''). En adelante, cuando hablemos de confiabilismo, lo entenderemos en el sentido del ''virtue reliabilism'' (Battaly 2018; Turri, Alfano y Greco 2021; Baehr 2022a).
Otros seguidores del confiabilismo, con muchos matices a lo largo de sus escritos (a veces asumen algo de otras posiciones), son John Greco (1993, 2021a), Alvin Goldman (2012), Duncan Pritchard (2005, 2012). Greco (2010), en particular, ha desarrollado ampliamente la cuestión de la contextualidad (''virtue contextualism''). Ante la objeción de que quien conoce una verdad basándose en un agente creíble no tendría un auténtico saber (por ejemplo, conocer en base a testimonios), Greco recurrió a la tesis de la “agencia conjunta” (''joint agency''): el saber tiene que considerarse como distribuido en un grupo y no como una actividad meramente individual. Por eso se transmite, se investiga en grupo y muchas cosas se saben gracias al testimonio. El que escucha el testimonio conoce también porque tiene que calibrar el valor de su acto receptivo (Greco 2021b).
=== ''3. 3. Responsabilismo'' ===
==== ''3. 3. 1. El nuevo enfoque: virtudes “responsabilistas”'' (VR) ====
Una nueva línea de la EV comenzó a ver las virtudes intelectuales no como meras habilidades para ejercer con éxito actos cognitivos (buena memoria, buena capacidad analítica), sino como rasgos del carácter que dependen de la responsabilidad personal para conocer bien, como el empeño investigador, la rigurosidad intelectual, la imparcialidad, esto es, cualidades que de alguna manera recuerdan las virtudes morales aristotélicas, aunque aplicadas al campo intelectual, es decir, a bienes epistémicos (Battaly 2018; Turri, Alfano y Greco 2021; Baehr 2022a). Esta postura fue llamada ''responsabilismo''.
Una nota, aunque ya presente en algunos confiabilistas, es la ampliación de la temática epistémica al ámbito social (epistemología social: Lackey 2014), ya que las virtudes y vicios intelectuales crecen y se desarrollan en una comunidad (Code 1987, 166-197; Goldman 1999; Snow 2010; Brady y Fricker 2016), y además pueden ser cualidades no sólo personales, sino colectivas (culturales, institucionales) (Fricker 2010; Lahroodi, 2019). Otra consecuencia interesante de la nueva línea es su aplicación al campo educativo, como es previsible cuando hablamos de virtudes (Baehr 2016a y 2022b; Siegel 2017; Greco 2018; Curren 2019; Haack 2022). Tiene interés también la luz que la perspectiva de las virtudes intelectuales arroja sobre la investigación científica y la historia de la ciencia (Pennock 2019) y sobre las relaciones interdisciplinares (Vanney y Aguinalde 2022a).
==== ''3. 3. 2. Algunos autores'' ====
La orientación responsabilista de la EV fue iniciada por Lorraine Code (1984 y 1987). La virtud intelectual central es la ''responsabilidad epistémica'' del cognoscente para conocer la realidad tal como es. La autora asimila esta cualidad a la conjunción de las virtudes aristotélicas (reinterpretadas) de la sabiduría, la inteligencia y la prudencia (Code 1984, 53-57). Se conoce virtuosamente por amor al mismo conocimiento y no de un modo instrumental. La responsabilidad cognitiva es comunitaria e implica, por ejemplo, aprender de los demás y tener en cuenta los aportes de otros. El conocimiento, en definitiva, adquiere una connotación moral y requiere la integridad u honestidad de la persona. El centro de la cognición así vuelve a ser la persona agente, no al modo idealista, sino en un planteamiento realista.
De modo independiente de la psicología y de la EV, destaca la propuesta de Vallor (2016) sobre la necesidad de virtudes “tecnomorales”, por ejemplo la “sabiduría tecnomoral”, en el uso de la tecnología informática (robótica, inteligencia artificial), estudio inspirado en parte en Aristóteles. En una línea clásica véase Sellés (2020, 233-246), sobre el deseo de saber, la estudiosidad y la admiración. Son también interesantes las investigaciones sobre las bases neurales no sólo de la inteligencia, sino de las virtudes intelectuales (Meeks y Jeste 2009, sobre la base neural de la sabiduría; Mullins 2012), lo cual se abre también al campo de la neuropatología cognitiva.
== '''4. Virtudes y vicios intelectuales''' ==
Indicamos a continuación algunas de las principales virtudes intelectuales consideradas por los autores de la EV (Roberts y Wood 2007; Battaly 2019a; King 2022). Al elenco añádase el adjetivo ''intelectual'' en casi todos los casos. A saber: curiosidad, humildad, honestidad, creatividad, autonomía de pensamiento, fe en autoridades epistémicas, rigurosidad, atención, valentía, imparcialidad, razonabilidad, apertura mental, flexibilidad, perseverancia, tenacidad, confianza en uno mismo, pensamiento crítico (esta última virtud especialmente en Siegel 2017). Algunos nombres en inglés de virtudes intelectuales son de difícil traducción, como ''inquisitiveness'' (curiosidad unida a la búsqueda y a saber preguntar), ''thoroughness'' (minuciosidad, cuidado en los detalles, profundidad), ''conscientousness'' (seriedad, ser concienzudos). Un grupo de virtudes intelectuales implican una relación directa con los demás, como la solidaridad, la justicia, la generosidad, el respeto, la confianza en los otros, la caridad, la empatía. Estas virtudes podrían llamarse ''interpersonales'' (Vanney y Aguinalde 2022b).
Los vicios intelectuales pueden afectar a grupos o instituciones y pueden llevar a discriminaciones e injusticias. Por eso los grandes innovadores científicos fueron muy criticados al principio por quienes estaban apegados a viejos esquemas. Las escuelas de pensamiento o de ciencia pueden caer en el vicio de la cerrazón a otras perspectivas. A veces algunas posturas filosóficas como el racionalismo, el positivismo, el relativismo, el escepticismo, pueden asumir en las personas rasgos que se configuran como vicios intelectuales, con frecuencia metodológicos. Sería también interesante estudiar, como vicio intelectual, el uso de etiquetas cognitivas estereotipadas que de un modo simplificado desprestigian a adversarios ideológicos, políticos, etc. No son muy frecuentes en ámbitos académicos, pero sí en la opinión pública y en los contextos polémicos. Son vicios que anulan la posibilidad de un diálogo sereno y productivo. Exigen la virtud intelectual de saber disentir con amabilidad (Goldman 2010).
== '''5. Virtudes intelectuales, afectividad y voluntad''' ==
Las virtudes intelectuales relacionadas con objetos epistémicos (verdad, comprensión), como saber lenguas, dominar una técnica, saber ciencias, poseer capacidades lógicas, tener creatividad y facilidad intuitiva, tener juicio certero, son las señaladas principalmente por los confiabilistas y en buena parte coinciden con la perspectiva aristotélica de las virtudes intelectuales. En definitiva son las que hacen que una persona se considere inteligente en mayor o menor medida, en general o en un campo específico.
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