La argumentación filosófica que lleva del cosmos a Dios es independiente del estado de las ciencias precisamente porque no nace de interrogantes científicos (Hanby 2013, 320-324). Sin embargo, las ciencias ofrecen un cuadro de perfecciones cósmicas que constituyen la base empírica de la teología racional. Así, la temática del ''fine tuning'', mencionada anteriormente, enlaza fácilmente con la tradicional vía racional –la quinta vía tomista (Tomás de Aquino, ''Summa Theologiae'', I, q. 2, a. 3– que del orden teleológico inmanente en la naturaleza física infiere la existencia de una Inteligencia ordenadora del cosmos (Collins 2005; Swinburne 2005). La inteligibilidad del orden matemático del universo es también una base para la inferencia de Dios a partir del mundo (Heller 2005b, Soler Gil 361-371).
Por otro lado, las características ontológicas “negativas” del cosmos, que algunos ven como obstáculos para creer en Dios –caos, papel del azar, desórdenes relativos, corrupciones, falta de unidad o posible pluralidad de universos, existencia del mal, etc.–, y otras positivas y elevadas a un infinito –ontológicamente parcial– como podría ser la infinitud del espacio o del tiempo, no son incompatibles con la tesis de Dios Creador. La única nota del cosmos que sería incompatible con la existencia del Creador sería su perfección absoluta en perfecta identidad, es decir, que el cosmos manifestara que es Dios mismo. Y eso es precisamente lo que el cosmos demuestra que no es.
No nos corresponde en este artículo entrar en el detalle de las argumentaciones filosóficas que llevan a la afirmación de la existencia de Dios como principio radical del universo. Con ellas se puede concluir que este principio no es material, sino espiritual, es decir, dotado de inteligencia y voluntad libre en un grado supremo, lo cual es equivalente a considerarlo como un ser personal. Su eternidad no es una simple duración indefinida, algo atribuible al ser físico, sino un tipo de existencia supratemporal, propia de una Inteligencia personal incorpórea y absoluta. La justificación filosófica de estas tesis supone el desarrollo sistemático de la teología filosófica.