John Stuart Mill fue el primer exponente del emergentismo. En 1843 publica el libro ''A System of Logic'', en el que describe dos clases de fenómenos para explicar aquellos casos en los que diferentes causas actúan juntas produciendo un efecto. El primero de ellos es la clase de efectos producidos por el modo mecánico de causación o acorde a la “composición de las causas”, es decir, aquél donde el efecto conjunto de las diferentes causas es idéntico a la suma de sus efectos tomados por separado. Mill denomina ‘efecto homopático’ al tipo de efecto resultante de esta forma de acción de las causas y ‘leyes homopáticas’ a las leyes que la subsumen. Este caso es contrastado con la clase de efectos producidos por el modo químico de causación. Mill adjudica a este tipo de efecto con el nombre de ‘efecto heteropático’, mientras que denomina ‘leyes heteropáticas’ a las leyes que los rigen. Un ejemplo es la siguiente reacción química:
<div align="center">NaOH + HCl→ NaCl + H<sub>2</sub>O</div> <div align="center">(Hidróxido de sodio + ácido clorhídrico → cloruro de sodio + agua)</div>
El producto de esta neutralización, sal y agua, no es la mera suma de los efectos de los reactivos individuales, un ácido y una base. Mill creía que era posible hallar estos tipos de leyes no sólo en la química, sino también en la biología, la fisiología y la psicología. De acuerdo con el autor, las leyes heteropáticas son una condición suficiente para originar los niveles más altos en la jerarquía científica. En este sentido, afirmaba que la realidad se organiza en una jerarquía basada en niveles, donde cada uno de ellos se identifica con una ciencia específica. Cada nivel emerge del nivel inmediatamente inferior, pero no puede reducirse al mismo porque posee sus propias propiedades y leyes, las cuales pueden existir sin necesidad de anular las leyes inferiores. Así, por ejemplo, los animales y vegetales obedecen a las leyes heteropáticas de la biología sin contravenir las leyes de la física y la química. Posteriormente, George Lewes en 1875 acuñó el término ''emergencia'', denominando ‘emergentes’ a los efectos y a las leyes heteropáticas, y ‘resultantes’ a los efectos y leyes homopáticas (McLaughlin 1992, 1997, Garson 2006 y O'Connor y Wong 2015).
Las críticas a la emergencia ontológica pueden agruparse básicamente en tres tipos (Garson 2006). La primera de ellas, y la más habitual, fue desarrollada por Jaegwon Kim (1999), quien argumenta que las propiedades emergentes son epifenoménicas. Para ello se basa en variantes de otros dos argumentos que ya había desarrollado: la causación descendente y la exclusión causal. Kim busca exponer la tensión inherente entre la ''novedad'' de las propiedades emergentes y su estado superveniente. Según Kim, para que todo un sistema posea una nueva propiedad, esa propiedad debe poseer nuevos poderes causales o poderes para llevar a cabo los cambios que no se pueden atribuir al nivel base del sistema, que consiste en las propiedades no relacionales de las partes y las relaciones de las partes entre sí (Para objeciones al mismo, véase por ejemplo Wilson 1999, Shoemaker 2002, Woodward 2008 y Campbell 2010).
Otra de las críticas sostiene que las propiedades emergentes existen pero en un sentido trivial o poco interesante, y que el interés filosófico que parece poseer es en gran parte un producto de una confusión conceptual que puede ser resuelta por la elucidación apropiada del concepto. Carl Hempel <nowiki>([1948] 1965) </nowiki>y Ernest Nagel (1961) argumentaron que, sobre la base del modelo nomológico-deductivo de explicación, el fracaso de la predictibilidad (Hempel) o el de la reducibilidad (Nagel) es lógicamente trivial y, por tanto, no garantiza conclusiones ontológicas relevantes. Finalmente, una tercera línea de crítica a la emergencia fue propuesta por Brian McLaughlin (1992), quien sostiene que la emergencia es a la vez conceptualmente interesante y ''a priori ''posible, pero que las propiedades emergentes no existen de hecho, y su inexistencia es atestiguada por el abrumador éxito histórico de la explicación reduccionista.