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Inteligencia Humana

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Los pasos indicados comportan una serie de dimensiones, cada una de las cuales indica un “modo de ser inteligentes” (García González 1998; Lonergan 1999; Llano 2000; Corazón 2002; Sanguineti 2005):
''1. Dimensión lógica'', que acabamos de indicar. Cada pasaje lógico (abstracción, deducción, análisis, síntesis, saber distinguir) tiene que aprenderse, cultivarse, y puede desarrollarse más o menos en las diversas culturas. Cada una de ellas crea prácticas racionales en diversas actividades (ciencias, comercio, técnica, política, etc.). Los individuos se muestran más o menos inteligentes con relación a algunas de estas operaciones racionales. Por eso la inteligencia puede definirse también como la capacidad de comprender el orden o las relaciones: “conocer las relaciones y las proporciones recíprocas entre las cosas pueden hacerlo sólo los que tienen inteligencia” (Tomás de Aquino 1961, CG II, c. 24).
''2. Dimensión lingüística''. El pensamiento no puede progresar sin el recurso a símbolos, esto es, sin un lenguaje apropiado. Los lenguajes oral y escrito permiten la comunicación entre las personas y la transmisión del pensamiento a otros, que son capaces de pensar y de interpretar los símbolos. Por eso la inteligencia supone tener habilidades lingüísticas (expresivas y dialógicas). La deficiencia lingüística puede ser una causa o un efecto de una deficiencia intelectual.
''3. Dimensión experiencial''. La frecuentación de la experiencia y la reflexión sobre ella permiten la emergencia de las ideas. Estas son como luces que hacen inteligible un campo o un objeto de la realidad. Las ideas no nacen mecánicamente (ni lógicamente) de ninguna experiencia, sino que son como una iluminación que brota de la misma fuerza intelectual aplicada a un campo de la experiencia.
''4. Dimensión comunicativa''. Sin comunicación con los demás, la inteligencia humana no puede crecer. Por eso los recién nacidos no pueden desarrollar su mente si no entran en contacto desde el principio con sus padres o con quienes los cuidan. Así se explica que el desarrollo de la inteligencia es histórico y social (requiere mucho tiempo, escuelas, sitios públicos, educación) (Tapia Velasco 2014).
''5. Dimensión habitual''. La inteligencia no sólo ejerce operaciones puntuales, sino que crece con la experiencia y la memoria, de modo que así se forma como un fondo mental dinámico a la luz del cual se comprenden los nuevos conocimientos y las interacciones cognitivas. La persona inteligente puede moverse con agilidad, eficacia y prontitud entre los diversos planos de comprensión. Gracias a la dimensión habitual, que se concreta también en virtudes intelectuales (hábitos de ciencia, sabiduría, prudencia, etc.), podemos establecer muchas conexiones entre nuestras ideas, captamos sus niveles y distinguimos entre la realidad, el pensamiento y el lenguaje (Polo 2015-2019).
La capacidad intelectual de tener en mente un conjunto de cosas para poder entender cada una tiene que ver con el pensamiento “habitual”, que así se coloca por encima de la sucesión temporal. Muchas cosas se entienden sólo en su entramado, así como el capítulo de una novela se entiende sólo si se lo comprende como parte de la narración entera.
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