Epigénesis de la personalidad

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La maduración es una capacidad plástica del potencial genético que brinda los elementos psicofísicos que se requieren para la adaptación al ambiente. La maduración del sistema nervioso y del sistema óseo-muscular durante el primer año de vida va a permitir al bebé el gateo y posteriormente el poder caminar y así explorar a su entorno de un modo activo.
Los procesos de maduración si bien se dan en su mayoría en los primeros años de vida, también son fundamentales en las etapas posteriores del desarrollo de la personalidad. Así, por ejemplo, el período adolescente comienza con los cambio cambios puberales gracias a los procesos de maduración del sistema glandular.
El crecimiento implica procesos de cambio con un aumento progresivo del tamaño y de la cantidad de estructuras psicofísicas. Es un aspecto cuantitativo del desarrollo.
Se sustituyó lo natural por lo social, es decir, lo real por lo artificial, y de este modo se sometió al individuo a los imperativos meramente sociales. En las experiencias colectivistas totalitarias se sustituyeron los modelos de personas autoras de su vida, es decir, con autoridad, por la autoridad de “lo que dicen los demás”, propio del conformismo masificante.
Al respecto Emilio Komar (2001, 36) señala que el hombre es naturalmente social y lo personal es el cemento social, lo que unifica y mantiene unido unidos a los hombres en sociedad. Así, por ejemplo, una persona aburrida no es capaz de aglutinar a otros en torno de ella, en cambio, alrededor de una persona con cierta vitalidad y vida interior, con vida propia, la gente se reúne, se agrupa.
===Autodeterminación===
La autodeterminación conlleva una actividad deliberativa y de elección. Así, el hombre posee la capacidad de decidir por medio de un acto de autodeterminación entre motivos en conflicto.
EI El drama del hombre no consiste en la mera aceptación de lo que se es, en el reconocer limitaciones y condicionantes, sino en seleccionar y decidir acerca de las potencialidades que han de ser desarrolladas. Las decisiones y elecciones efectuadas en la historia personal configuran su particular individualidad y son la fuente de la diferenciación, de la singularidad. La unidad e integración natural imperfecta del hombre puede complementarse, mejorarse, mediante el buen uso de su libertad de autodeterminación.
Cada persona conduce su vida y da sentido a sus actos, es decir, es coautora de su vida. Recibe en el plan específico el sentido que debe tener su dinamismo (lo dado) pero ha incorporado una ordenación desde el afuera (lo apropiado), sin embargo mediante su inteligencia y voluntad es capaz de ordenar su accionar. Esto último implica conocer, proponer fines y medios adecuados para su accionar (Griffa y Moreno 2015b, 372).
El hombre puede pues planear, decidir, guiar y ejecutar su actividad, por eso puede autodeterminarse. La libertad psíquica reside en nuestra interioridad, en nuestra voluntad, y nos permite actuar o no actuar en determinado momento y en actuar en un sentido o en otro. Implica que cada hombre se posea a sí mismo, sea dueño de sí mismo, que exista una unidad, un orden interior. Esta libertad interior es la que permite un mejor desarrollo de la personalidad, en particular , a partir de la adolescencia.
Así, por una parte, el hombre tiene naturalmente la posibilidad de autodeterminarse, pero esto no implica que la ejerza desde el principio, sino que ésta debe desarrollarse, conquistarse. Por otra parte, cabe señalar que no todos los hombres, ni en todos los momentos de nuestra vida, ejercemos esta posibilidad de autodeterminarnos.
EI El hombre experimenta la autonomía porque, en tanto ser espiritual, es capaz de regirse según su propia decisión. Puede autodeterminarse (Wojtyla 1982), es decir, que puede afirmar: “quiero”. Esto es posible porque el espíritu se autoposee, ya que obra por sí y para sí. Así, por ejemplo, la afirmación: “yo quiero” es también un acto de determinación, presupone la autoposesión. Sólo las cosas que son posesiones del hombre pueden estar determinadas por él, pues es él, el que las posee. De este modo, el hombre vivencia su autoposesión y autodeterminación.
En los tratados y manuales contemporáneos de psicología evolutiva (Fernández Lópiz 2000), cuando se analiza analizan los factores que influyen en el desarrollo, en general, se tiende a omitir la referencia al hombre como ser libre que se autodetermina. Todo lo contrario a lo que se puede observar en el ámbito cultural y en los medios de comunicación, como también en las ciencias políticas y sociales, en los que se suele exaltar la libertad desde posturas muy individualistas; esto es, la libertad entendida como mera ausencia de restricciones.
Sin embargo, una lectura más profunda de los teóricos actuales de la personalidad y del desarrollo nos pone en evidencia que el tema de la autodeterminación está muy presente, incluso en autores que acentúan el papel de lo social y del medio en la configuración de la personalidad.
Un importante teórico contemporáneo de la personalidad, Albert Bandura, quien desarrolló la teoría del aprendizaje social, afirma que “una característica propia de la especie humana es la capacidad de ejercer control sobre los procesos de pensamiento, la motivación y la acción.” (Bandura 1989, 1175). Para Bandura la formación de la personalidad requiere de algo más que los mecanismos de condicionamiento clásico y condicionamiento operante, sino requiere también de lo que él denomina aprendizaje por observación (modelamiento). Este tipo de aprendizaje supone un proceso por el cual una persona se modifica como resultado de ser expuesto al comportamiento de otra, es decir , a un modelo. Esa presentación puede ser en vivo (observación de modelos reales , presentes físicamente), o simbólica (exposición indirecta a modelos, por ejemplo en libros, revistas, películas, etc.). El modelamiento en vivo predomina en las primeras etapas del ciclo vital y el modelamiento simbólico se incrementa paulatinamente a partir de la niñez escolar.
El aprendizaje por observación comprende una primera etapa de presenciar y prestar atención a las conductas de un modelo, una segunda etapa de adquisición (aprendizaje y memoria) y una tercera de aceptación, en la cual se utiliza las claves del modelamiento como guía de sus acciones. Pero la aceptación no es algo pasivo, se pueden elegir y adoptar formas de conducta imitativas o de contraimitación. Comportarse tal cual como el modelo, comportarse parcialmente, o en proceder de manera diferente, casi opuesta al modelo. Así, el observar que algunas personas son rechazadas o castigadas por su conducta egoísta puede llevar al observador a tratar de ser generoso.
==Epigénesis y epigenética. Epigénesis predeterminada y probabilística==
El término epigenética fue creado por Conrad Hal Waddington en 1942, y comprende el estudio de las interacciones entre los genes y el ambiente que se producen en cada organismo vivo.
 
 
 
 
 
La epigenética estudia los mecanismos que regulan la expresión de los genes y establece la relación entre las influencias genéticas y ambientales que determinan el fenotipo. Estudia las reacciones químicas y los procesos que modifican la actividad del ADN, pero sin alterar su secuencia.
 
La llamada herencia epigenética engloba a los mecanismos de herencia no genéticos. Es decir que lo heredado incluye al expresarse a productos de la interacción con el medio.
 
A mayor complejidad de un sistema existen mayores posibilidades de interacción entre elementos o subsistemas, y mayores posibilidades de combinatoria entre dichos elementos. Además, la interacción no se da sólo en relación a un medio físico tangible en el presente. En el hombre, la interacción está mediada por múltiples factores. El hombre tiene la capacidad de ir más allá de la información inmediata, mediante el aprendizaje y la memoria interactuamos con objetos que tienen una significación histórica, cultural, familiar y personal. Por lo tanto, la plasticidad de la conducta en cuanto a posibilidad de variabilidad y de cambio crece y, por lo tanto, la naturaleza de la epigénesis se vuelve probabilística.
 
Este planteamiento se considera como un modelo válido para explicar también la función cortical en relación a los nuevos conceptos de plasticidad cerebral. Phillips, Zeki y Barlow (1984) apoyan el modelo probabilístico y sistémico para dar cuenta de la complejidad del funcionamiento cortical.
 
Gilbert Gottlieb (2007) fue un investigador crítico de la dicotomía genes-ambiente, que sostuvo la idea de considerar las influencias de genes y ambiente como un evento unificado y no como eventos independientes, interpretando el comportamiento como el resultado de una continua transacción, a lo largo del tiempo, entre las bases genéticas del organismo individual y su interacción con múltiples eventos ambientales. Según Gottlieb (2007), la epigénesis probabilística se caracteriza por el hecho de que el desarrollo individual se va especificando cada vez más y se evidencia así su complejidad y singularidad a través del tiempo, esto es, secuencialmente van emergiendo nuevas propiedades a partir de las interacciones del organismo con el ambiente, pero también a raíz de los intercambios entre las distintas partes del organismo. Se opone a que la maduración del organismo esté genéticamente predeterminada y que opere de un modo unidireccional (herencia genética → estructura → función). Por el contrario, sostiene que existen influencias bidireccionales dentro y entre los niveles de análisis (actividad genética ↔ actividad neural ↔ conducta ↔ medio físico-social-cultural). Desde esta perspectiva, las estructuras neurales comienzan a funcionar antes de estar completamente maduras, así la actividad neural es intrínsecamente derivada de la actividad genética (espontánea) o extrínsecamente estimulada (evocada). La noción de epigénesis probabilística implica intercambios recíprocos entre las estructuras y las funciones, hoy en día se sabe que la actividad neuronal espontánea, así como también la estimulación ambiental y conductual, juegan un papel vital en el desarrollo neuronal normal y que las influencias sensoriales y hormonales pueden desencadenar las actividades de los genes. La coordinación de las influencias formadoras de estructuras y funciones dentro de y entre los 4 niveles de análisis no es perfecta, de este modo se introduce un elemento probabilístico en todos los sistemas en desarrollo y en sus resultados (Gottlieb 2007, 1-2). Este es un modelo interaccionista “multidireccional en el que todas las variables tienen un cierto grado de dependencia y son influidas recíprocamente por otras en un proceso de interacción sucesiva” (Polaino-Lorente, Cabanyes Truffino y Pozo Armentía 2007, 315-316).
 
El concepto de epigénesis probabilística no es totalmente nuevo y puede ser rastreado en la teoría general de los sistemas de Bertalanffy (2006) y en los trabajos de Weiss (1969).
 
A este respecto, los siguientes conceptos son centrales:
 
- La experiencia implica un concepto mucho más amplio y es sinónimo de función e incluye actividad de las células nerviosas y sus procesos, conducción de los impulsos, secreción de hormonas, el uso de los órganos y músculos y, por supuesto, la conducta misma del organismo; por lo tanto, no es sólo un sinónimo de ambiente.
 
- Debido a la temprana equipotencialidad de las células y que sólo una parte pequeña del genoma se expresa en cada sujeto, lo que vemos expresado o desarrollado en el curso del desarrollo psicológico o conductual de una persona es únicamente una fracción de muchas otras posibilidades.
 
- Se realza la noción de equifinalidad, es decir la posibilidad de la variación en los caminos que llevan a un mismo punto del desarrollo, llegar a la misma meta o destino por diferentes rutas.
 
La teoría general de los sistemas de Ludwig Von Bertalanffy (2006), la cual nació del estudio de los seres vivos y de la biología, y que ha impactado en numerosas otras disciplinas, distingue varias etapas en la organización de los sistemas, sea cual fuere su naturaleza. Las etapas son las siguientes:
 
- Indiferenciación: es el estado del sistema en cual todas sus partes poseen las mismas funciones en el mismo nivel (equipotencialidad), aunque el sistema en su conjunto tiende a un mismo objetivo (equifinalidad), el cual puede ser alcanzado por distintos caminos.
 
- Diferenciación progresiva: lentamente los componentes del sistema se van diferenciando o especializando para que cada parte adquiera funciones diferentes. El sistema pierde equipotencialidad pero mantiene la equifinalidad. El sistema sigue coordinado a pesar de que cada elemento tiene una función diferente.
 
- Maquinización: la diferenciación paulatina culmina en una hiperespecialización de cada componente del sistema, que mecaniza sus funciones para una máxima eficacia con un mínimo coste, lo cual anula la plasticidad de los elementos.
 
- Centralización: una parte del sistema adquiere funciones de control y comando del sistema sobre el resto, lo cual implica una organización jerárquica porque los componentes encargados del control son superiores al resto del sistema. Esto aumenta la fragilidad del sistema por la importancia del comando control pero aumenta la eficiencia del sistema. La centralización es la etapa superior de la especialización.
 
- Orden jerárquico: es la etapa de máxima organización del sistema. La equipotencialidad se perdió, pero no la equifinalidad. Hay ahora distintos niveles de organización de los componentes, algunos superiores y otros inferiores. Esta etapa es la más compleja, eficaz y frágil, ya que el sistema posee propiedades emergentes.
 
Paul Alfred Weiss (1969) establece siete niveles de análisis en la embriología: genes, cromosomas, núcleos, citoplasma, tejidos, organismos y ambiente. Así el gen (ADN) es la última y reducida unidad de análisis que se mueve del gen al cromosoma (donde los genes pueden influirse los unos a los otros), del núcleo al citoplasma abarcando la totalidad celular, de las células al tejido; todo lo cual hace que el organismo interactué con el ambiente externo. Todo esto implica un sistema jerárquico organizado de creciente tamaño, diferenciación y complejidad, en el cual cada componente afecta y es afectado por todos los otros niveles, no sólo en los niveles más bajos sino también en los superiores.
 
Otro concepto que ayuda a entender estos postulados es la teoría de las interacciones genotipo-ambiente (Scarr 1993). Dicha teoría establece que los genes (genotipo) y el ambiente hacen contribuciones esenciales al desarrollo humano, sin embargo, las contribuciones relativas de cada una de las dos fuerzas al desarrollo son difíciles de establecer. Estas interacciones pueden ser de tres tipos:
 
a- Interacciones pasivas genotipo-ambiente. Ocurren en las familias biológicas, en las cuales los padres proporcionan tanto los genes como el ambiente. Por ejemplo, un padre que ha sido muy bueno jugando al fútbol puede darle como primer regalo a su hijo una pelota de fútbol y –a lo largo de la niñez y la adolescencia– le pudo proporcionar elementos y experiencias para que juegue a este deporte llevándolo a jugar a la pelota con frecuencia; por todo lo cual, se volvió un jugador de fútbol profesional.
 
¿Este hecho se explica por el ambiente que le proporcionó el padre? ¿Es así? Sin embargo, el padre le dio también la mitad de sus genes. Si existe algún gen que se asocie con la habilidad deportiva, puede haberlo recibido de él y esto explicaría que jugara muy bien a la pelota.
 
b- Interacciones evocativas genes-ambientes. Las características heredadas evocan respuestas del ambiente. Así, por ejemplo, si usted tuviera un hijo que a los 4 años empieza a tocar algún instrumento musical y se interesa en dicha actividad, probablemente le compraría un instrumento musical y lo llevaría a estudiar música para desarrollar dicha aptitud en plenitud.
 
c- Interacciones activas genotipo-ambiente. La gente busca ambientes que concuerden con sus características genotípicas. Así, por ejemplo, el niño que es agresivo puede consumir juegos de video violentos, buscar hacer deportes de contacto físico o juntarse con otros niños violentos y agresivos. Esto es, la gente es atraída por ambientes que coincidan con sus características heredadas.
 
== El modelo neo – Allportiano de la relación Cultura - Personalidad ==
Basado en la teoría de la personalidad de Gordon W. Allport (1973), Shigehiro Oishi (2004), presenta un modelo que delinea cómo las diferencias individuales pueden surgir aún bajo influencias culturales fuertes.
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